Con frecuencia, se utilizan los cuentos clásicos, pertenecientes al género de la narrativa, para introducir a nuestros hijos en el mundo de la literatura. La poesía encuentra su hueco durante la adolescencia, cuando los jóvenes necesitan poner palabras a sus sentimientos y describir aquello que están experimentando.
Sin embargo, el teatro es un género literario en muchas ocasiones desconocidos para las familias y solo practicado durante las obras de teatro del colegio.
Pasos fáciles para hacer una obra de teatro en familia. / Flickr
Beneficios de la práctica del teatro en los niños pequeños
Pese a su desconocimiento, el teatro es una herramienta educativa con un gran potencial; permite desarrollar la motricidad gruesa (correr, saltar; involucran músculos largos) y fina (abrocharse los cordones, pintar;involucra músculos cortos) de los niños a través de la práctica de gestos, y esto a su vez les ayuda a diferenciar los estados de ánimo de aquellos que los rodean, lo que mejora sus capacidades de comprenderse a sí mismos y empatizar con los demás.
Asimismo, la práctica del teatro mejora las destrezas cognitivas, es decir, la memoria, la concentración y la capacidad de esfuerzo. Ayuda a nuestros hijos a mejorar su sensibilidad a la vez que aumenta su cultura, a través de la lectura de textos clásicos, su creatividad y sus habilidades literarias, cuando se componen textos propios.
Pregunta a tus hijos de qué se quieren disfrazar, eso nos dará pistas útiles para la obra. / Flickr
Adicionalmente, el teatro encuentra una última ventaja en los hogares y en la práctica en familia: su facilidad para poder llevarse a cabo con materiales sencillos y cotidianos.
Pasos para poner en marcha una obra de teatro en familia
En primer lugar, para componer un texto teatral en casa debemos pensar en una historia en la que puedan participar tanto los adultos como los niños. El género más adecuado para trabajar juntos es la comedia, de modo que éste será el punto de partida de la construcción de la obra.
Seleccionado el género, llega el momento de pensar en la trama, es decir, en lo que sucederá a lo largo de la historia. Para ello, podemos preguntar a los niños de qué quieren que trate nuestra obra y hacer una lluvia de ideas anotando sus peticiones para después darle forma todos juntos.
Con los niños más pequeños, nos dará información adicional preguntarles, por ejemplo, de qué les gustaría disfrazarse o qué personaje les gustaría representar; serán pistas sólidas sobre el tipo de historia que podemos construir atendiendo a sus gustos e intereses.
Elegidos ya el género y las ideas principales de la trama (inicio, desarrollo y final), llegará el momento de componer el texto. Para ello, debemos utilizar las rayas de diálogo y dar forma a tantos personajes como niños y adultos vayan a participar como actores.
No hay por qué gastar dinero en disfraces, podremos usar ropa vieja o hacerla nosotros mismos. / Flickr
La parte del texto en la que se recogen los distintos personajes y el actor que lo interpreta recibe el nombre de “dramatis personae”, y suele escribirse en el folio siguiente al del título de la obra. No en vano, es importante tener presente que cabe la posibilidad de que una misma persona represente varios papeles, si estos son cortos y su edad le permite memorizarlos.
Con respecto al segundo elemento de la obra teatral, los actores, deberemos adaptar el texto atendiendo a sus edades, y teniendo siempre presente las siguientes recomendaciones de duración total de la pieza:
- Para niños menores de 8 años, un máximo de 30 minutos
- Para niños de entre 8 y 12 años, entre 30 y 45 minutos
- Para niños mayores de 12 años, entre 45 y 90 minutos
En adición, un recurso para adaptar el texto en caso de que exista una gran diferencia entre unos niños del grupo y otros es componer personajes con cantidades de texto diferentes en función de su edad y su capacidad para memorizar.
También podemos tener presente que los más pequeños pueden salir a escena con el texto escrito y leerlo, ya que nuestro objetivo es que disfruten de la experiencia y que puedan participar junto con el resto de la familia.
Finalmente, compuesto el texto y adaptado a través de los personajes, la duración y la trama adecuadas a las edades de los actores, pasamos a la parte final, la representación. Para ello, a los niños les parecerá muy divertido fabricar invitaciones de cartulina y enviarlas por correo a sus familiares y amigos.
Hecho esto, solo quedará elegir una fecha simbólica para la familia, como puede ser la Navidad o un cumpleaños, y poner en marcha el montaje utilizando objetos cotidianos para confeccionar los disfraces, como pueden ser telas, sábanas, cajas de cartón o ropa vieja.
Si optamos por una actuación con marionetas, necesitaremos un pequeño pupitre donde los niños podrán participar en su fabricación.
La puesta en escena
Para llevar a cabo la representación es recomendable disponer la habitación de manera que en un extremo quede el escenario y en otro los asientos para el público. Este efecto de grada se puede crear colocando varias sillas en distintas filas, aunque también podemos recurrir al tradicional sofá de salón con almohadones en el suelo para sentar a los más pequeños.
Con respecto al escenario, éste se puede delimitar utilizando una alfombra en el suelo y unos flexos de iluminación que queden orientados a los actores. Si la obra que se va a representar es de marionetas, se puede confeccionar un teatrillo sencillo utilizando cajas de cartón o sobre una mesa alta tapada con una tela lisa, de manera que solo se vean las manos de los actores y los títeres confeccionados por toda la familia.
Helena V. es maestra de Educación Primaria con mención en Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación. Actualmente dirige una compañía de teatro y es articulista de textos educativos. |