El circo no es sólo lo que ocurre dentro de una carpa espectacular. Miriam Gracia nos muestra otro punto de vista, el del Circo Social, una potente herramienta sociocultural capaz de influir en el aprendizaje y desarrollo de los niños, un movimiento que aún tiene mucho que desarrollarse en España.
Cerremos los ojos. Ahora imaginemos varias mazas de colores esparcidas por el suelo, un trapecio todavía oscilante, unas telas rojas colgando del techo y un par de monociclos apoyados en la pared. ¿Qué es lo que se nos viene a la cabeza?
Circo social diversión / Miriam Gracia
La gran mayoría habrá pensado en espectáculo, en grandes carpas de circo y artistas capaces de cosas inverosímiles. Muy pocos podrían pensar en niños y en el uso que puede darse a todos estos elementos en el campo de la dinamización comunitaria y sociocultural.
El circo se erige como una propuesta pedagógica en la que se engloban aspectos físicos, relacionales y psicológicos. A través de las diferentes disciplinas no sólo se desarrollan la condición física y la motricidad, sino también la creatividad y diversas habilidades sociales como la comunicación o la cooperación.
Esta concepción del circo, más allá del espectáculo y del mero entretenimiento, es todavía relativamente desconocida en España para quienes no sienten cierta curiosidad por este mundo, a pesar de que los primeros proyectos y escuelas de circo social comenzaron a aparecer en los años 80 (como es el caso del Ateneu de Nou Barris, una escuela más que asentada en Barcelona).
En otros países europeos, como Alemania o Francia entre otros, existe la figura del circopedagogo, y el circo se contempla como una importante herramienta desde el punto de vista pedagógico. En España, por el momento, no existe ninguna titulación homologada similar a la que podemos encontrar en estos países.
Cómo contribuye el circo al desarrollo físico y mental de los niños y jóvenes se refleja también en la larga lista de aspectos que se tratan de forma indirecta en la práctica de las diferentes disciplinas, como la cooperación, el trabajo en equipo, la toma de responsabilidades, el respeto mutuo, la asertividad, la resolución de conflictos, la superación personal o la aceptación de las propias limitaciones.
Por otra parte, el trabajar a través del arte fomenta la creatividad, y el hecho de que los niños y jóvenes comprueben de lo que son capaces hace que aumente la confianza en ellos mismos, con lo que también se trabaja el autoestima.
Circo social aprendizaje. / Miriam Gracia
Por otra parte, el circo es una excelente herramienta crítica e integradora. El espíritu del circo se basa en el grupo y en la diversidad: si el grupo no funciona, no puede llevarse nada a cabo de manera satisfactoria, hay que trabajar de manera conjunta y colaborar, no competir.
Respecto a la diversidad, el circo permite a los jóvenes expresarse libremente, independientemente del contexto social del que provengan o de su edad.
Todo esto hace que cada vez más y más profesionales de la educación decidan utilizar alguna de las disciplinas circenses como herramienta pedagógica.
Dentro de este campo, nos encontramos también con los grandes beneficios que puede reportar el llevar a cabo este tipo de actividades con niños y jóvenes en riesgo de exclusión y que, debido a esta situación, muchas veces sufren carencias afectivas y no son capaces de resolver conflictos sin recurrir a la violencia (ya sea física o verbal), lo cual repercute negativamente en otros aspectos de su vida, como son su autoestima o la infravaloración personal.
En este ámbito podemos encontrar numerosos proyectos que trabajan con estos colectivos y aprender de sus experiencias. En España, por ejemplo, además del ya conocido Ateneu de Barcelona, existen diferentes iniciativas en Zaragoza, Salamanca o Alicante.
Además de las escuelas, cada vez son más los colectivos y asociaciones que, desde la autofinanciación, deciden salir a las calles y llevar a cabo este tipo de iniciativas. Es el caso, entre otros, de Zirkrobajka y 2wheels4change, dos proyectos itinerantes nacidos en Alemania pero con componentes de diversas nacionalidades.
El primero ofrece talleres para niños y jóvenes en diversas zonas empobrecidas del Este de Europa durante un tour anual de 2 meses de duración, además de pequeños talleres esporádicos en diferentes ciudades de Alemania, mientras que el segundo está compuesto a su vez de varios proyectos que, viajando en bicicleta, llevan a cabo diversos talleres en diferentes partes del mundo.
Circo social juegos. / Miriam Gracia
Cuando volvamos a cerrar los ojos y pensemos en la imagen descrita al principio, será difícil concebir el circo sólo como espectáculo: hay mucho más detrás de la actuación final que las horas de ensayo, y en este caso, lo más importante no es el resultado, sino todo el proceso de aprendizaje.
Miriam Gracia llegó con el invierno de 1986; ya desde pequeña decían de ella “cómo le gusta hablar!” “sí, y la farándula!”. Nunca sabremos si de tanto escucharlo se lo creyó o simplemente en realidad era innato, pero decidió combinar ambos placeres. Se licenció en Traducción para poder hablar con medio mundo y decidió irse a probar suerte a Alemania, donde tras varios intentos frustrados con el teatro, descubrió que lo suyo eran las acrobacias. Miembro del colectivo Zirkrobajka, lleva más de 4 años trabajando con niños y jóvenes y ha llevado a cabo varios proyectos de circo social con diferentes colectivos desfavorecidos de Alemania y España, donde ha regresado temporalmente huyendo del frío invierno alemán. |